Llegué aproximadamente al mediodía, del domingo 26 de septiembre de 2004, procedente de Panajachel por el camino de Godínez. Era prioritario encontrar algo para almorzar y quiso mi buena suerte que diera con un comedorcito sin mayores pretensiones por su amueblado, pero en donde disfrute de un buen cocido de res sin muchas ínfulas pero con mucha consistencia; después de la nochecita anterior en la playa de Atitlán ni siquiera pasó por mi mente el echarme el respectivo aperitivo.
Con la barriga llena y el corazón contento me dio por caminar hacia el parquecito, aunque primero tuve que sortear toda una serie de obstáculos, incluyendo una más que generosa cantidad de basuras, cáscaras, envases y otros desperdicios, que servían para hacer constar la presencia de los laboriosos vendedores y los compradores regatones que acuden al mercado dominical frente a la Iglesia católica.
Ya en el parque, se aprecia una interesante escultura de Rodolfo Galeotti Torres que recuerda la firma del Acta de Patzicia por el Gral. Justo Rufino Barrios el 3 de junio de 1871. En frente, está la Municipalidad y ahí se ofrecía el concierto de la Marimba Ecos del Hormigo, que alegraba el ambiente con su concierto que no solo incluía melodías de compositores nacionales, sino que se atrevía a hacer su propia version de temas como Begin to Begin, Granada (Lara) y otras actualmente de moda. No podía falta el enardecido discurso del alcalde para darle la bienvenida a los visitantes y anunciar que para completar la fiesta había invitado a un amigo para que cantara unas rancheras que tanto le gustan a la gente, así dijo él.
A las tres de la tarde, ya eran unos dos mil los atletas que esperaban la señal de salida. Mujeres y hombres de todo tamaño, peso y edad, aunque en honor a la verdad en su mayoría evidenciando su descendencia maya guatemalteca desde los muy acomodados que llegan en su propio vehículo y se hacen acompañar de alguien que les asista y abastgezca hasta aquellos que no llevan más que una mochila con sus asuntos muy personales y que se transportan a bordo de buses extraurbanos.
Se dio la señal de salida con unos minutos de retraso, a lo largo de 15 kilómetros pasamos de las exhuberantes plantaciones de hortalizas: coliflor, brócoli, remolacha, zanahoria, repollo, pepino, arveja china, ejote francés, güicoy, y abundante milpa, hasta los añejos bosques con predominancia de pinos, encinos y cipreses. El terreno plano inicial bajo tenues rayos del sol se convirtió en empinada montaña con presencia de abundante lluvia. La competencia encabezada por Hernández de Totonicapán, Ricardo Iquité de San edro Sacz, José Carlos Raxón y Santos Pirir de San Juan Sacatepéquez. No hay exageración al hablar del numeroso público ya que fueron miles y miles los que salieron a la vera del camino, protegidos con sombrillas, paraguas, chumpas, capas, impermeables o sencillos plásticos para protegerse de la lluvia. Cientos de vehículos estacionados a ambos lados del camino, hicieron mucho más difícl el tránsito de los últimos cuatro kilómetros.&nb! sp;
En la plaza principal y frente a la Municipalidad de Patzún ya no había espacio para nadie mas, parecía que a pesar de lo nublado el arcoíris insistía en salir por los colores brillantes y abundantes en los cortes y vestimenta de la muchedumbre, ese fue el mejor marco para premiar el esfuerzo de todos y el triunfo del sampedrano Iquité. Después la premiación, en una tierra probablemente más conocida por su celebración de Corpus Christi y por su cusha, esta fue tarde de deporte y también de mucho más.