De el amor nacen muchas cosas, y créanlo o no según dice la leyenda, es el responsable de que cada 1 de Noviembre disfrutemos de un delicioso plato de fiambre en nuestras mesas.
Según cuenta la historia más popular, una señora deseaba celebrarle el cumpleaños a su esposo con un delicioso almuerzo, por lo que envió a su empleada al mercado por los ingredientes necesarios para el mismo. Por azares del destino camino al mercado la joven se encontró a su enamorado, perdiendo la noción del tiempo y olvidando el pedido de la señora. Al anunciar las campanas de la iglesia el mediodía, la enamorada volvió en si y se dirigió apresuradamente a comprar el encargo.
Debido a su tardanza, la joven encontró muy poco de todo en los puestos del mercado. Al volver a la casa, la señora le pidió que preparara dos cosas: El almuerzo y sus maletas. La empleada echó mano a cuanta verdura encurtida estaba a su alcance: mezcló carnes de pollos, pescados, res y marrano. Al servir los platos, los adornó con una capa suave de queso en polvo, filetes de jamón, trocitos de queso fresco, huevos duros en rodajas y aros de cebolla.
El cumple añero, su mujer y los invitados a la fiesta degustaron de este plato que la joven se había ingeniado y fueron tantos los elogios, que no sólo conservó su empleo sino que le fue solicitado que cada 1 de noviembre preparara al señor este extraordinario platillo.