Hace algunos días leía Prensa Libre muy sorprendido por la noticia de que
“Las pruebas físicas, psicológicas, médicas y académicas a que fueron
sometidos 654 inscritos para la décimo sexta promoción (de la PNC)
sólo fueron superadas por 273”, contando con un cupo para 1,200
agentes.
Seguramente, todos nosotros hemos sido testigos alguna vez en
nuestras vidas de cómo un atlético delincuente escapa burlándose
de un regordete y agotado por los años agente de la PNC.
Definitivamente, los regordetes y apapachables agentes no serán la
regla en la institución pero ¿Qué tal los sanos agentes que uno puede
encontrar frecuentemente fumando en una esquina mientras conversan
con alguna señorita, víctima a cortejar?
La Policía Nacional Civil podría tener un problema más serio del que
se percibe si fuera cierta la hipótesis de que el 80% de sus agentes
no están en condiciones físicas ni mentales (menos académicas) para
desempeñar correctamente sus labores.
Todo ésto nos puede llevar a una pregunta obligada: ¿Infunden miedo,
o al menos respeto los agentes de la PNC al enfrentarse a mareros,
secuestradores u otra clase de delincuentes?
¿Y qué nos infunden a nosotros dichos agentes?