Elotes locos, manzanas bañadas en caramelo, pescados aún nadando, muñecos de peluche colgando, marionetas que han bailado mil canciones…
Ésas y mil cosas más me hicieron sentir nuevamente la emoción y alegría de visitar una feria, la típica feria de algún pueblo o una colonia de nuestro país.
Comencé entre sustos y carcajadas al escuchar cómo una alegre pero retadora voz invitaba a la atracción del momento: “La belleza se transforma en horror al ingresar a los dominios de María Candunga, la Mujer Peluda…”
Sinceramente, no me animé a entrar, pero no me deja de causar alegres gestos al recordarlo.
Luego de la mujer peluda, recordé cómo mi papá siempre acertaba con un balín en las estrellitas de latón que movían luego a los “títeres” de “Los Temerarios”, “Los Tigres del Norte” o incluso de “Bronco”… esta vez, las marionetas eran de “Héctor y Tito”, “Don Omar” y “Daddy Yankee”.
Aunque mi sonrisa parecía decir que era suficiente diversión para la noche, aún faltaba mucho más. La famosa pesca fue precedida por un fallido intento de dejar 6 monedas de Q1 (una por una) en platos de erámica flotando en una piscina de plástico.
Luego, el juego de “cincos”!!!! Las “canicas” fueron protagonistas un par de veces antes de hacer algo más popular: “futillo”; ganamos 3 de 5 juegos (Q1 cada uno).
¿Suficiente?
NOOOOOOOO!!!
Faltaba subir a “El Dragón”, un juego mecánico que más jugó conmigo que yo con él, cuando la gravedad y la posibilidad de que una de sus oxidadas piezas se quebrase estuvo a punto de obligarme a revelar cuán apetitoso había dejado de ser mi almuerzo.
Pues bien… luego de la emocionante aventura, optamos por algo menos arriesgado: lanzar un bastidor de madera (circular) intentando “cazar” un envase de doble litro de agua gaseosa, pero luego de fracasar en el intento, optamos por los tradicionales “carritos chocones”.
El resultado a las 12 de la noche:
– Un leve mareo
– Dolor en los antebrazos al jugar futillo
– Un chipote chillón, un pequeño tiro al blanco y una trompeta de plástico (las preseas)
– Una billetera mucho más vacía que antes
– Una gran sonrisa y agradable sensación de haber regresado a las costumbres (propias o adoptadas, no sé) que desde niño no experimentaba.
Les recomiendo visitar las ferias… seguro lo pasarán muuuuuuy bien.
Mientras, cuéntennos ¿De qué se acuerdan en las ferias?