” ¡Bajo un cielo violento de zafiros y brocado con tonalidades diamantinas, repuja el paisaje tallado de montañas. Esta es La Comarca del Señor de Chuitinamit ! “
Ese mensaje fue recibido en nuestro blog hace algunas semanas y nos motivó a investigar un poquito más sobre este mágico lugar encontrado en Santiago Atitlán a más de 1,500 metros sobre el nivel del mar. Una vez en “el mero pueblo” de Santiago Atitlán, podemos tomar una lancha durante 3 ó 4 minutos para llegar a Chuitinamit. Son muy pocas las viviendas que ahí existen (en su mayoría chalets y uno que otro pequeño hotel). La vista del Lago y del volcán Atitlán, es impresionante, personalmente puedo comparar tal experiencia únicamente con la vista que se disfruta desde Santa Cruz la Laguna (envidio a quien haya experimentado algo mejor aún). Pero la historia de este lugar es muy interesante…
Según se sabe, Chuitinamit es el conjunto de ruinas de la capital tz’utujil del período Postclásico:
Ch= sobre
Tinamit= pueblo fortificado
Según estudios realizados sobre el tema arqueológico en Chuitinamit, la cerámica ahí encontrada data principalmente del período Postclásico Tardío y se han encontrado muchas similitudes con los productos de Quiché. Inmediatamente después de comenzar a subir la pequeña colina de Chuitinamit, es fácil y muy frecuente comenzar a encontrar piezas de barro o incluso cabezas de flechas en obsidiana, todo ésto debido al ángulo que presenta la montaña y las constantes lluvias que “lavan” las superficies.
Los habitantes de Santiago Atitlán comentan que era ahí donde antes de un conflicto bélico, los guerreros tzutujiles se encomendaban a las fuerzas que los protegían llevando a cabo ciertos rituales que en algunos casos incluían ofrendas de grandes incensarios lanzados al Lago de Atitlán. También aseguran que esa ciudad era una fortaleza que impresionaba hasta al más fuerte y sanguinario enemigo.
Hace algunos años, se transmitió en televisión nacional un impresionante reportaje sobre las investigaciones subacuáticas realizadas por un grupo de exploradores que reportó entre los hallazgos frente a Chuitinamit y en las profundidades del Lago de Atitlán: “22 artefactos de obsidiana, la mayoría fragmentos mediales de navajas prismáticas, seguidos por lascas bipolares y dos puntas proyectiles”.