Entrar a un restaurante de comida rápida y recibir la bienvenida de parte del gerente de la tienda no es una cosa común. Sin embargo, me sucedió la semana pasada, cuando fui a almorzar a uno de los restaurantes de la cadena Wendy’s.
Después de estar un año afuera, se vuelve muy evidente ese esfuerzo tan esmerado que los empresarios guatemaltecos están haciendo por mejorar el servicio al cliente. Y, poco a poco, lo están logrando. Podría apostar, incluso, que eso no sucede en ningún otro Wendy´s del mundo. Tampoco es casualidad. En repetidas ocasiones, he salido de otros restaurantes pensando “tengo que volver�?, sólo por la excelente atención que recibí.
Antes no nos extrañaba escuchar un “fíjese que…�? como excusa para un servicio mal prestado. Me parece que ahora es más frecuente escuchar “ahora mismo se lo arreglamos�?. Este cambio en la cultura de atención al cliente es más obvio en el sector de restaurantes y hostelería, posiblemente por la agresiva competencia que se ha generado a raíz de un incremento considerable en la oferta. Pero, como sucede con otros recursos que tiene el país, su aprovechamiento máximo aún está lejos o no se ha sabido mercadear efectivamente. ¿A qué me refiero con esto? Si los nombres de los países fueran marcas, hay algunos que cuentan, entre los atributos de su marca, un servicio al cliente excepcional. El ejemplo más cercano es México. Además de sus bellezas naturales, los mexicanos han desarrollado toda una cultura de calidad alrededor del servicio. Y los turistas lo recuerdan.
En Guatemala el potencial existe, el recurso humano también. Desde enero pasado, el país lleva oficialmente la imagen de “alma de la tierra�?, según el posicionamiento establecido por el Inguat. Ojalá que Guatemala también se diera a conociera por el alma que su gente pone al prestar un servicio.