Recientemente se presentó en nuestro país el montaje de ésta famosa ópera de Verdi; un notable esfuerzo que aglutinó a cientos de artistas, los coros Aída Doninelli, Nacional, del Centro Español, Juvenil, de Amatitlán, Hilos de Plata y Vittoria, escuelas de Tai Chi, e incluso soldados, sin mencionar las magníficas voces de Berta Granados (Aída), Eduardo Calcaño (Radamés), Luis Felipe Girón May (Amonasro), Belem Rodríguez (Amneris), Raquel Ramírez (Cover Amneris), Alexis Trejos (Rey), Mercedes Sánchez (sacerdotisa), Jorge Aguilar (mensajero)
Sobre un escenario original, utilizando maquillaje y vestuario fuera de lo común, la puesta en escena fue llamativa, interesante, plásticamente bien construida y de una calidad visual bastante buena, con el contratiempo de estar total y absolutamente desligada del contexto, motivo, historia, e incluso sentimiento de la ópera, los solistas no se distinguían del resto de la masa, y los “actores mimos�? estaban más bien fuera de contexto, todo esto en suma ha dejado un mal sabor en la boca del público sobre el montaje de Stefano Poda.
Musicalmente, el sonido dejó mucho que desear, la masa coral casi no se escuchaba, y en varias ocasiones Alexis Trejos y Berta Granados perdieron el sonido, lo cual evidentemente interfirió con la labor musical del maestro James Demster, el cual realizó una labor titánica con poco apoyo y tiempo
En conclusión, a pesar de haber constituido un esfuerzo enorme el montaje de Aída, dejó mucho que desear: En aras de lo visual y escénico, se sacrificó la música…. que es la esencia de la ópera.
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