Daban las 11:59 del 31 de diciembre. Un minuto para terminar un año más cuando cruzó los brazos y se puso a pensar. El frío le cubría sus trapos viejos que para el eran su mejor vestido a estrenar. Su cabello ha querido peinar aunque enredado siempre está. Viendo sus manos maltratadas se puso a celebrar con aplausos, gritos y saltos de felicidad. Un minuto más y su vida puede cambiar. La espera jamás será demasiado, si su deseo tanto lo ha anhelado.
Sus pies le gritan que se detenga, pues tanto salto los deja exhaustos. En sus ojos se refleja toda una vida en espera de algo que no existe, pero con la seguridad de encontrarlo. El frío se cuela por su mejor vestido y la espera se hace cada vez mayor. El tiempo del reloj no existe para él. Su vida la siente cada año en un minuto en espera de su gran deseo.
Cada año tenemos miles de metas, en busca de superarnos. Pero vivimos mucho en nuestra imaginación sin tomar en cuenta que lo mas importante es que toda nuestra familia se mantenga siempre unida y que nunca nos falte el pan de cada día.
El deseo del vagabundo era tan solo comer un tamal y un abrazo que sería más cálido que sus trapos viejos.
Recuerden que lo más valioso de la vida ya lo tenemos. El resto es avaricia.
Feliz Año nuevo