Me alejo poco a poco para estar más cerca, extrañaré todo aquéllo que segundo a segundo tendré presente en todos mi sentidos. Añoraré sin duda cada detalle que hoy me incomoda y aprenderé a apreciar lo que hoy veo normal.
Comprenderé a mis compañeros cuando expresan un amor diferente al que personalmente le tengo a la marimba, las tortillas y a un amanecer en el Lago de Atitlán.
Pero eso sí, si Dios lo permite, regresaré hiperactivo para cubrir de huellas cada camino de mi amada Guatemala.
Me voy, pero mi amor no se va de mí… y aunque me acompañe en la sangre, el corazón y mi mente, este rinconcito ausente me hablará y calmará la nostalgia que sin duda invitará a mis lágrimas a conservar la calma.
Comparto algunos de los últimos regalos que Guatemala me dio en esta etapa.
“Con permiso, ahorita vengo”…