La discusión del voto más allá de las fronteras es todavía un embrionario esfuerzo de seguir construyendo algo que se parezca a ser guatemalteco. Como un síntoma de nuestra extraña visión de pueblo, el mayor interés por ejercer la ciudadanía en el voto se da por nuestros compatriotas que viven allá, al otro lado de tanta tierra y tanto mar.
Es duro pensarlo, estar fuera de Guatemala y buscar algo que lo haga sentir dentro, significar, pertenecer, más allá de la playera de la selección, de la nostalgia estomacal por la gastronomía, poder elegir, ver entre las opciones y ser parte del colectivo que lleva un gentilicio. No poder votar desde el extranjero puede ser una ruda manera de quedarse sentado en la banca.
Están los que dicen que no, que si se fueron fue por algo, que votar es un derecho de los que están acá, otros que qué saben los que están fuera, claro, como si estar dentro fuera el camino de la lucidez y la cordura, como si votar en la escuela de la colonia echara raíces desde los pies hasta el centro de la razón colectiva.
Vaya razones, siendo objetivo la primordial razón es la incapacidad logística (presupuesto, organización, etc) de propiciar las condiciones para que podamos votar en un consulado o por correo, claro, a diferencia de los mexicanos no son 20 millones los guatemaltecos que viven fuera, son 1.2, y pesa.
Podemos entonces sumar este derecho vedado a otros que a los guatemaltecos nos quedan en el aire dentro de estas fronteras… y fuera también.
Igual recomiendo revisar este interesante artículo sobre el voto guatemalteco desde el extranjero y algunos esfuerzos que también se han venido haciendo. En elPeriódico hay un foro del tema y también lo comenta SinCtrl.
Claro, escribir esto desde dentro de Guatemala no permite la amplia visión, ¿qué piensan nuestros compatriotas por allá?