Octubre comienza con el día del niño. Los colegios, los centros comerciales y los padres están pendientes. No falta quien le diga a alguien en la oficina “feliz día del niño, vos”. La fecha es algo como los aniversarios de casados para ciertos homeros simpsons que a veces somos “d`oh! Se me olvidó de nuevo”, cuano uno siente ya es mediodía del día del niño, y a ver a quién se felicita, a quién se le compra el juguete.
Octubre tiene nombre como de legos, como de constructor, pareciera que la palabra se armara con trocitos o-c-t-u-b-r-e, porque le dedicamos un espacito al niño (no estoy seguro de cuán grande sea el espacio pero se lo damos). Total empiezan las vacaciones y el tiempo libre y las llamadas al trabajo “mamá será que me das permiso…” y las llamadas al papá “gordo ahí te acordás…”
y repententinamente en la televisión aparace una calabaza
La gran calabaza del legendario especial de halloween de Peanuts (Snoopy), los fantasmas y los dráculas, las brujitas y unas manzanitas con forma de espanto. Los niños se la gozan, y luego uno goza a los niños, y se arma una hermosa fiesta entonces… claro, existen algunos criterios un tanto complicados de entender sobre porque no debería de festejarse este día, que por su origen pagano, que por su connotación, que por la simbología, y bueno, parece que ya estamos más adelantaditos un poco, total que el disfraz no es novedad en nuestras culturas, total que qué puede estar detrás de un niño que pide dulces disfrazado de Frankenstein, sino una ronrisota que quiebra el maquillaje, y un ataque de lágrimas de los padres, felicidad pues.
Claro, muchos niños no festejan halloween, ni el día del niño, y es verdad, la realidad nacional nos sorprende como una cachetada en medio de una fiesta, pero el tema quizás sea la posibilidad de la infancia, ya que este octubre de juguetes tiene un par de buenos pretextos para sentirse así, para pararla un rato de tanta historia, de tanta realidad apretujando el pecho, imagínese pintándose una nariz de gato, o maquilla de blanco con unos dientes de vampiro plásticos, imagínese abriéndole dos agujeritos a una sábana y atravesando la calle de enfrente con los brazos estirados al mejor estilo de las caricaturas, disfrutando que un vecino le regale un dulcito, y sentado junto a los otros niños sacudiéndose un poco la risa en el disfraz…