Hace algunos días recordaba mis visitas a diferentes destinos de nuestro país y entre las gratas memorias vino a mi mente una infinidad de especies que habitan nuestras selvas, bosques tropicales húmedos, valles, montañas, lagos, ríos, mares, centros urbanos y zonas secas.
Recordé a el tepezcuintle, la cotuza, el tacuazín que se roba las gallinas, el pisote amigable de Tikal, los grandes tapires o dantas, las alegres y escandalosas guacamayas, los coloridos tucanes, el fiel o mordelón y rabioso chucho, loros de cabeza azul, las pericas que pasan en bandadas haciendo un agradable escándalo, los traviesos monos araña que aún se ven en Petén (o al menos en el Zoológico La Aurora), los micoleones y su fija mirada, los pollitos persiguiendo a su mamá gallina y a su prima la gallina coquecha, los cacarícaros de Izabal, las mojarras de Amatitlán (aunque ahora salen hasta con 3 ojos), los guapotes y las siricas de los ríos, las tilapias de algunas “charcas” artificiales, los bellos y cuasi-extintos manatíes, las mazacuatas, el garrobo asoleándose con sus primas la lagartija e iguana, el cuyo (que NO es un hamster), los conejos de campo, el venado que poco a poco se ve menos, el simple pero infaltable sanate, los tímidos coronaditos y hasta la temible barba amarilla.
Pero recordé también que muchos de estos animales se ven cada vez menos y menos… que los cazan, los comen y venden para cautiverio sin ningún control. Recordé que está en nuestras manos hacer algo por conservar nuestra fauna… de nuevo, el cambio está en nosotros.
Pueden visitar nuestra sección de fauna guatemalteca en la galería fotográfica de Guate360.com