Una mujer con rostro de caballo, vestimenta blanca y un misterioso magnetismo nocturno hacia los hombres incautos; un pequeño personaje vestido de negro, ruidosas botas y una fuerte obsesión por trenzar cabellos; el lanudo perro con patas de cabra y ojos en llamas, protector de los bolos y las mujeres; la dama del eterno llanto cuyo grito lejano delata su cercanía.
El realismo mágico que Miguel Angel Asturias plasmó en 1930 en “Leyendas de Guatemala” tiene su contraparte en las vivencias reales de muchísimos guatemaltecos que hemos tenido alguna experiencia similar a la que las tradiciones orales nos han heredado por muchas generaciones.
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La Siguanaba
El Sombrerón (Tzipitío o Tzizimite)
El Cadejo
La Llorona
La Siguamonta
La Tatuana
Los nazarenos del barrio de la Recolección
El carruaje de la muerte
Y muchas más…
¿Quién no ha temblado, iluminado por una fogata al escuchar las leyendas de Guatemala?, ¿Alguien ha visto al cadejo, la siguanaba, la siguamonta, el sombrerón o la llorona?