Me encanta viajar dentro de Guatemala pero últimamente me había encerrado en una monotonía al hacerlo, visitando los mismos lugares y haciendo las mismas cosas, así que durante mis ultimas vacaciones había decidido cambiar eso y hacer cosas diferentes.
Mientras caminaba por las calles de Antigua Guatemala y pasaba por una agencia de viajes tras otra me di cuenta que en todas ofrecían Tours al volcán de Pacaya a un promedio de Q45. Después de una breve platica con los amigos que me acompañaban decidimos que seria una bonita experiencia y entramos a una de las agencias por mas información.
Nos dijeron que los Q45 cubrían transporte en microbús hacia el volcán y de regreso a Antigua, guía y seguridad. Además, se nos explico que una vez allá tendríamos que pagar Q10(nacionales) ó Q25(extranjeros) de ingreso. Decidimos que era un buen precio así que pagamos y se nos informo que tendríamos que estar listos a las 6 de la mañana del día siguiente para partir.
Me levante muy emocionado y nervioso, ya que mientras más se acercaba la hora me preguntaba si mi condición física me permitiese seguir el paso de mi grupo o en el peor de los casos llegar a la cima. Al recogernos el microbús me di cuenta que nuestro grupo era muy diverso, ya que había personas de diferentes nacionalidades, edad y sexo; y al platicar un poco con ellos me di cuenta que ellos estaban tan preocupados como yo de finalizar el ascenso lo que me dio un poco de tranquilidad.
Luego un poco mas de una hora en la carretera, llegamos al pueblo de San Francisco, el cual seria nuestro lugar de partida y donde conocimos a Pedro, nuestro guía. Empezamos el ascenso y al cabo de 45 minutos se empezaban a ver ya los primeros indicios de cansancio en la mayoría, y para alimento de mi ego, yo no era uno de ellos. Seguimos caminando a un paso suave pero firme, haciendo paradas a lo largo del camino diferentes miradores, los cuales nos daban impresionantes vistas de la ciudad capital, laguna calderas y los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango.
Mientras me regocijaba de lo sencillo que había sido hasta entonces, el terreno cambio abruptamente, dándome cuenta que lo difícil estaba por venir. Habíamos alcanzado el área arenosa, que esta compuesta por miles diminutas piedras que hacen que en cada paso el pie se hunda dentro de las rocas haciendo muy difícil el avance.
Luego de un breve descanso a los pocos metros de iniciada el área arenosa, continuamos nuestro ascenso hacia la cima. Para nuestra mala suerte ese día estaba nublado, así que desde ese punto en adelante nunca pudimos ver mas de 10 metros a nuestro alrededor, lo que añadido a lo curioso del terreno me daba la sensación de estar en otro planeta. El viento se incrementaba a cada paso que daba y por momentos tenia que utilizar todas mis fuerzas simplemente en que el viento no me desquilibrara, y cuando el terreno se empezó a inclinar mas, hacia que por momentos regresáramos sobre nuestros pasos debido a lo arenoso del lugar. Cuando mi cuerpo se movía solo por la fuerza de mi orgullo, escuche a alguien decir que ya habíamos llegado a la cima, por lo que al ver hacia arriba me di cuenta que estaba a 30 metros de lograr el objetivo. Esos últimos metros fueron los mas dulces, ya que no hubiera habido poder el mundo que me hiciera fallar estando tan cerca. Finalmente llegue, y aunque no pudimos observar nada debido a las nubes, no importaba, ya que no había satisfacción más grande que el simple hecho de haberlo logrado. Luego de ese momento intoxicante de victoria, volví a la realidad y recordé que aun había que bajar.
Llegar a la cima podrá ser muy gratificante, pero el bajar es mucho más divertido. En menos de 15 minutos sé esta de regreso al principio del área arenosa, y durante todo el descenso se tiene la sensación que se va esquiando ya que la misma arena que hacia tan difícil subir, hace que uno baje a una velocidad increíble y sin mucho esfuerzo. Pero sin esfuerzo no significa sin peligro, ya que varios terminaron sentados al perder el equilibrio. Luego de finalizada el área arenosa, el descenso es de lo más tranquilo y no queda mas que disfrutar de la vista que ofrece este coloso de 2,550 metros.
Aquellas personas que deseen ir por cuenta propia y viajan desde la capital necesitan tomar la carretera que conduce hacia Escuintla, llegar al kilómetro 37.5 y cruzar hacia la izquierda rumbo a el municipio de San Vicente Pacaya, donde se continua el trayecto hasta la aldea de San Francisco de Sales en donde se estaciona el vehículo y se inicia el ascenso.
Ahora me encuentro en la búsqueda de mi próximo volcán, por lo que talvez nuestro amigo Condor que es el experto del tema me pueda recomendar algunos para principiantes.