Abnegadas, amorosas, laboriosas, comprometidas y sobretodo, fieles.
Las amas de casa chapinas han sido siempre un ejemplo de cómo las épocas de antaño no tienen por qué desaparecer por el simple hecho de existir microondas en vez de pollos, refrigeradoras para no salitrar las carnes… y más facilidades.
El hogar y “hacer oficio”, aún representan un reto mayúsculo para cualquiera que pretenda encaminarse a la aventura.
Nuestras abuelitas, madres y aún algunas esposas deberían obtener el título de heroínas del hogar por su astucia para malabarear con las múltiples tareas que deben equilibrarse perfectamente con la educación de los “retoños”.
Yo aún visito el hogar de mis abuelos (felizmente casados luego de 57 años) y pareciera un museo, todo en su lugar, sin una partícula de polvo y con la misma radio “Globo” donde pueden escuchar desde la más reciente canción de Franco de Vita hasta una alegre pieza de marimba como Flor del Café.
¿Qué recuerdos guardan ustedes de las amas de casa que hicieron de ese lugar un refugio, ya sea sencillo o lujoso, pero un refugio para tomar fuerzas y soñar?
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